martes, agosto 12, 2003

Ella se encuentra como cada noche contemplando el cielo, queria ver las estrellas y platicar un rato con ellas, pero unas nubes grises han decidido formar una cortina densa para que solo vea oscuridad. En momentos así, es tanto lo que se extraña las cosas que solían ser, las cosas que se tenian seguras y los momentos aquellos que se comparten a lado de una persona especial. Al ver ese escenario vacio, comenzo a extrañar el fuego en los labios, los largos paseos por la ciudad donde él la tomaba de la cintura, las noches que pasaban contemplando las estrellas y haciendo planes de lo que ya no será jamás, las palabras dichas viendo a los ojos, las letras que le dedicaba y que le entregaba en esas cartitas esporádicas, las veces que bailaban tan juntos que tenian la oportunidad de cantarse al oido o simplemente para sentir como se aceleraba el corazón del otro cuando se fundian en un abrazo, y se preguntaba una y otra vez si extrañar todo esto sirva de algo. Pero fueron de esos momentos que llegan y se anidan en la mente, donde simplemente le bastaba con cerrar los ojos para volver a vivir todos aquellos momentos, lo malo venía cuando al abrir los ojos y voltear, se daba cuenta que a su lado no hay nadie, todas esas sensaciones pareciera que las provocara un fantasma, el fantasma del recuerdo que solo sigue los deseos del corazón. Pretendía encontrarse feliz, sentir que tenia otras cosas que hacer, cosas que ocuparan su mente y que le permitieran desvanecer un poco ese anhelo de tener a alguien a su lado. Ya se habia hecho a la idea de dejar por la paz ese tema por un tiempo y dedicarse exclusivamente a vivir su vida solitaria, pero al salir a la calle, unos segundos de distracción le bastaban para extrañar. Esta situación en momentos la intranquilizaba, sus labios ansian sentir ese fuego, sus brazos ya no quieren sentirse vacios, su boca quisiera tener un nombre que decir y su mente quiere una imagen clara en quien pensar. En estos momentos al cerrar los ojos solo encuentra una silueta sin rostro, sin nombre, una silueta que no pertenece a ningún conocido.

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