Cuando veo la luz de tu estrella,
veo tu rostro reflejado en ella.
Cuando bebo el agua de los ríos,
siento tus labios rozando los mios.
Cuando compruebo la suavidad de una rosa,
siento tu caricia más hermosa.
Cuando aspiro el perfume de la mañana,
de tu presencia y ternura se llena mi alma.
Cuando escucho el agua en la cascada,
recuerdo tu dulce voz cada madrugada.
Camino y repito tu nombre.
Corro y aumenta este amor.
Podré dejar de ver,
probar, sentir, oler y oir,
mis sentidos se pueden esfumar
pero nunca, nunca
te dejaré de amar...
Del santo Evangelio según san Marcos 13, 24-32
Hace 4 días.
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