Este maldito silencio
¿Cómo saber lo que piensas si te niegas a hablar?
Tus ojos simplemente se fijan en mi, tu mirada hiere y desconcierta, pues se perciben diferentes sentimientos.
Hemos intentado hacer una tregua, pero el silencio se interpone. La cabeza comienza a figurar cosas, a tratar de adivinar tu sentir y la boca se encuentra temerosa a preguntar que es lo que sucede.
El silencio sigue y ha creado un abismo.
La soledad me llama y me reconforta, pero apareces tu con esa mirada y quebrantas mi paz. Prefiero el silencio a esas indirectas.
Seguiré haciendo la lucha, el tiempo se encargará de sanar las heridas. Las cosas no serán como solían ser, pero de seguro mejorarán su condición actual.
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 45-48
Hace 2 días.
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