sábado, septiembre 13, 2003

Hoy fue el primer "Atentado poético" aquí en Monterrey.
Yo ya había tenido la oportunidad de repartir otras cosas como: latas, zanahorias, dulces, lentes, medicinas... pero nunca, nunca había visto a alguien que se desprendiera de un libro y le devolviera la vida de esa forma, entregándoselo a un completo desconocio.
Fue una experiencia diferente, claro que fue más el tiempo esperando a que alguien más llegara que el tiempo que tardamos en repartir los libros. Me sentía un poco rara porque yo no aporté con ningún ejemplar, pero desafortunadamente no me encuentro en mi casa. Cuando Tiburón sacó los libros apenas se hacía una pila pequeña, pero las aportaciones siguieron llegando, no fue la gran cantidad de libros, pero el ver a esos ahi apilados, dando la despedida de nuestras manos y al ver a la gente que pasaba, donde todos tenían cara de victimas para este atentado, como que se sentía un poco de emoción, de alegría anticipada por aquellos que el día de hoy regresarían a su casa con algo más en sus manos, algo que les dieron en la calle, así sin preguntar ni pedir nada a cambio mas que lo disfrutaran.
Los repartimos, entre los pocos que estábamos, Tiburón y su novia, Daniel , Piso Trece y yo, cada quien tomo su montoncito y se aventuró por las calles del centro. Cuando todo comenzó en menos de cinco minutos y 100 metros ya ya no tenía ninguno de los libros que me habían asignado.
Los primeros 2 se quedaron con unos señores que miraban hacia un punto perdido en el espacio, sin decir nada, sin moverse, quizá pensando, quizá pretendiendo olvidar. Se sorprendieron cuando llegué y le di a cada uno un ejemplar, lo agradecieron y cambiaron el punto que veían, ya no era al espacio, sino al libro que tenían en las manos.
No di ni cinco pasos cuando una voz presurosa me preguntó.. "Disculpa.. vendes los libros?" Volteo y era una pareja ya madura, les contesté que no y les platiqué de que se trataba, ellos se mostraban interesados, me dieron a entender que les gustaba mucho la lectura, hubo una pequeña plática y antes de partir me preguntaron "Y esto solo lo van a hacer esta vez?" Y yo les contesté que no, que era la primera... y una sonrisa se dibujó en sus labios, tomaron sus libros y siguieron camiando.
Solo quedaba uno y mucha gente por aquí y por allá, pero hubo un muchacho que llamó mi atención, el libro que tenía en mis manos no era sencillo y necesitaba leerse objetivamente. Pero cuando lo ví, algo me dijo que él era el indicado, estaba en una de las bancas leyendo, me acerqué, me dio pena interrumpir su lectura y le reglaé el libro, se me quedó viendo medio extraño, pero se alegró al ver el libro... me alejé y siguió con su lectura.
Pero yo tbn recibí algo esta tarde aprte del cúmulo de sentimientos que me dejó esta experiencia.. caminando por la calle.. alguien me regaló una rosa.
Espero que esas personas lo sepan valorar, todos se mostraron muy agradecidos. Si existe una segunda vez, ahora si llevaré libros...

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