Un cosquilleo incesante en mis dedos, algo habían perdido, algo los había abandonado. El lapicero continúa inquieto y grita que lo saque del cajón, que como descanso ya estuvo bien.
Así que esas hojas adhesivas volverán a colgarse de los árboles y continuarán rescatando palabras del viento. Anunciando que el silencio solo incita a la soledad, que la rutina no te puede consumir, que después de tanto, al final, esta es la tercera llamada...
jueves, enero 20, 2005
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