Es sorprendente darse cuenta que hay momentos en los que la mente se deja envolver por tantas cosas pendientes, voces externas, que no escucha los llamados internos, que poco a poco van bajando su tono, muriendo a cada segundo porque no consiguen retener tu atención. Mientras uno se llena de nombres, de imágenes a las que no les encuentra sentido, que emiten un leve zumbido que arrulla, pero que no invita a soñar.
De igual forma se escapan los días y los meses, esperando una reacción al saber el sitio en el que uno se encuentra, con la esperanza de vernos despertar y retomar esas cosas sencillas que dicta el corazón.
jueves, enero 20, 2005
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