Entre silencios y risas que me distraen, que ocupan la mente y ayudan a voltear hacia otro lado. El viento sopla a la cara y voy caminando de su mano, me va contando lo que ve, lo que ha pasado en su día, otras risas más y se echa a correr. Las estrellas se han posado en su pelo, intentan sujetarse pues el viento las desprende una a una. Y mientras el viento sopla y me trae de regreso su rastro, acerca a mis oídos su risa.
Mi mano no está sola, desde hace tiempo la suya ha llenado todo lugar, confía en mí y me da fuerza, no necesito nada más y aunque sus alas cada día se fortalecen y emprenderá su vuelo inevitable y necesario, las huellas que va dejando, ni la más fuerte tormenta podrá borrar.
2 comentarios:
Lo ideal, lo mejor que se puede hacer, es fortalecer esas alas para que el primer aleteo sea poderoso más que ansioso, para que el mundo a recorrer ya sea conocido y que los pasos que se den sean seguros, sin hesitar.
El andar de la mano por el mundo, enseñando y, claro, siempre aprendiendo... es el regalo más grande... entonces creemos las causas hoy para tener grandes efectos mañana.
Un abrazo grande grande!
yo puedo ver en la imagen las ultimas estrellas que se desperenden y que volveran a la siguiente noche.
Muy padre como siempre.
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