sábado, julio 11, 2009

Mi vida, no hay derecho...





Mi vida, no hay derecho a salir con miedo a la

calle. La ciudad se desangra y parece que no
había nadie cuando partieron un alma contra
la acera, cuando surcaron el aire gaviotas
muertas.

Tratan de convencernos de que aquí no pasa
nada. Mientras la ciudad muere, hay quién
ya clama venganza. Se empeñaron en matarnos
la ideología y, no contentos, ahora mandan
sus perros de cacería.

Mi vida, no hay derecho a salir con miedo a la
calle. Dentro de poco toque de queda y refugios
que arden. Respondamos antes de que se haga tarde,
o quizás un día despiertes y no haya nadie.

A quien mirar a los ojos para contarle que no hay
derecho a salir, mi vida, que no hay derecho a
salir con miedo a la calle.



La gente tiene miedo y ha decidido hacer su propio toque de queda, las tiendas las cierran como domingo entre semana, especialmente las del centro de la ciudad. La gente anda de prisa, solo a lo que tiene que hacer. Se acabaron esos paseos por el centro, sentarse en la plaza de armas a tomarse un agua celiz, recorrer la Hidalgo hasta la alianza, por el simple hecho de pasear.

Las puertas de las casas están cerradas como nunca, la gente prefiere el calor ahogante dentro de la casa que ser víctima de un fuego cruzado que no pidieron. No hay nadie detrás de la puerta, con el sol se van las esperanzas, la confianza de abrir a la puerta si alguien llama. Se ha pasado de estar conviviendo al aire libre a resguardarse en la última habitación, debajo de la cama, dentro del closet, aplicando la supervivencia con el pecho a tierra. Esos crujidos que se escuchan, son de la tormenta que se desata allá afuera, y que más dieran porque la tormenta acarreara agua, aunque se les inunden las casas, es mejor que una lluvia de plomo y pólvora que deja fluidos rojos regados en las aceras.

El día termina antes, la paranoia se ha apoderado de todos, las mentes se deshacen de a poco y pierden la cordura. Caminar solas, ni pensarlo. Las paradas escaladas entre el punto de partida y el punto destino se han reducido a cero, nadie levanta la mirada, no por pretender que nada sucede, sino para protegerse de ser confundidos o malinterpretados. Se suspenden eventos, los operativos son insuficientes, la cadena de comunicación en la persona menos pensada les da el aviso de quien se acerca y contraatacan. Y con el primer rugido la vida se apaga, por una o dos horas, más el tiempo de espera para asegurarse que todo pasó.

Las sirenas se han quedado mudas por largo rato, cuando rompen el silencio, sus cantos son más bien gemidos lastimeros presurosos para intentar rescatar el último soplo de vida de aquellos que se encontraban en el lugar equivocado a la hora equivocada. Gente inocente, niños, señoras, señores… y lo que más puede son los niños. Y el canto de las sirenas en vez de calmar se suma al llanto colectivo, recuperando en vez de prever.

Es de noche y desde esa parte de la ciudad nadie la mira, las casas se pierden entre los cerros y cuando pareciera que todo se ha calmado, cuando el sueño los ha vencido el movimiento empieza de nuevo y a la mañana siguiente hay unos cuantos menos y muchas lágrimas de más. Gente perdida, confundida, que fue sacada de su casa, que nunca regresó a ella. Y la vida tiene que continuar, todo está tan difícil que no se pueden quedar resguardados y tampoco tienen posibilidades de cambiar de hogar.

Bendiciones antes de salir del hogar, sabiendo que es probable no regresen jamás, ya sea por víctimas o por consecuencias de sus actos, muchas de las veces guiados por la desesperación del olvido por parte de los que acaparan el poder.

Años va para tres, y la mancha roja crece cada vez más. Y en bocas de muchos, de tantos, de todos los que se resguardaban entre los cerros, sin saber que sería el núcleo de una maraña impenetrable se repiten entre sí, una y otra vez.

“Mi vida, no hay derecho a salir con miedo a la calle.”

5 comentarios:

carla Tv. dijo...

el mundo se termina poco a poco .....besos.

Alberto dijo...

a veces no se como terminará si slo es una crisis o si es el futuro, me da miedo pensar que es el futuro.

LUIS TORRES dijo...

El mundo se esta yendo al carajo, pero ke?

ya sabemos eso querida, yo trato de pasarla bien y que los que estan a mi lado tambien, el hecho de ke el mundo este patas arriba no quiere decir de ke vas a estar como una ostra encerrada.

por lo pronto yo vengo de temporada de vacaciones muy relajante (playa incluida al norte del peru donde el sol es de 27 grados todo el año) y regreso a la realidad Gris de Lima la horrible con su trafico asaltos todos los mdias secuestros y carros ke matan gente y perros por igual. hay que seguir pa adelante sin aminalarse.

abrazos de oso.

Trovator dijo...

Tiempos y momentos que se esperan no repetir jamás... los sonidos lastimeros de la gente muerta y desaparecida aún ronda las calles.. tal vez para hacer recuerdo de que hay cosas que no se pueden borrar

Como dice Luis, disfrutar lo que tenemos ahora, cada día.

Un abrazo grande grande!!

aNdAiRa dijo...

Carla: Nos acabamos al mundo... ese es el detalle. Un abrazo

Alberto: Es una crisis prolongada, pero guardemos algo de esperanza.

Luis: Pues si tienes razón, la paranoia no trae nada bueno, ni uno se la va a pasar encerrada, pero es dificil dejar de pensar en todos aquellos que por más que quieran hacer su vida de modo "normal" no puedan porque a unos cuantos se les da la gana de estarse pelendo sin importar quien se atravieza... Se sale a la calle, tragándose el miedo, pero eso no es justo... Saludos... que bien que disfrutaste tus vacaciones... yo ya quiero que me toquen a mi, pero mmm aun no tengo... pero ya que las tenga... las desquitaré bien y bonito... un abrazo...

Trovator:Así es amigo... no se puede borrar y cuando las víctimas además de inocentes son niños, el coraje y la impotencia es aún mayor. pero como diría el Dr. Lecter, "las cicatrices nos recuerdan que el pasado fue real" habrá que tener memoria y no ser recurrentes en lo que genera esas cicatrices.... Nos estamos leyendo... un abrazo