Siempre me han dicho que si tengo ganas de hacer algo, que lo haga, que no me detenga nada, que yo conozco las consecuencias.
*Que si de repente me entran las ganas de llamar a alguien que lo haga, puedo encontrar mucho con el simple hecho de escuchar su voz;
*Que si los ojos sienten esa necesidad de dejar salir unas lágrimas para tratar de sanar un sentimiento, que no las retenga, somo seres de agua, que tanto podemos perder;
*Que si se me antoja tomar alguna bebida, pues adelante, yo conozco mis límites y los motivos por los que quiero hacerlo, tengo la capacidad de saberme medir;
*Que si de repente siento la necesidad de escribir, que deje que las palabras fluyan, que ya no anden perdidas en el viento;
*Que si se me antoja darle un beso a alguien que lo haga, que tanto puedo perder, es mejor pedir perdón que pedir permiso, después puede llegar a agoviar el costo de oportunidad;
*Que si tengo ganas de decirle algo a alguien, que nada me detenga, por algo puedo comunicarme y es mejor sacar una que otra cosa antes que generen demasiada presión...
Pues bien, hoy tengo ganas de llamar [algún teléfono sonará], de llorar [aunque aún no lo he aprendido bien en los 4 años que llevo de saber lo que es], de tomar [ya tengo mi cómplice y mi complot], de escribir [tengo muchos medios para hacerlo], de besar a ... [que más quisiera.. pero se dejará?], de confesar unos sentimientos [espero no cometer un error]. Dejaré de preocuparme por las probabilidades de éxito, hoy tengo ganas y eso es razón suficiente.
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19
Hace 1 día.
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