De vez en cuando se tienen esos días en donde todo sale bien, donde las cosas salen justo como las planeaste e incluso mejor. Ayer fue uno de esos días, anoche fue una de esas noches mágicas que te ponen a pensar y una vez que lo has hecho te sientes mucho mejor. Anoche descubrí muchas, muchas cosas.
Aprendí que los verdaderos amigos siempre van a estar ahi, para ti, que no importa que te encuentres lejos, siempre va a haber una forma de encontrarse y charlar, de todo, de nada.
Aprendí que en confianza las palabras fluyen, que puedes contar todo lo que traes en la cabeza y ellos te escucharán atentos, tal y como tu lo haces con ellos, de manera que llegan a confiarte parte de sus vidas y estrechar mucho más la amistad.
Me enseñaron que todo lo que nos pasa está en nosotros, que muchas veces las demás personas no son las del error, sino que el error está en nosotros, en el sentido que le damos a las situaciones, en lo que permitimos que nos hagan y el grado que dejamos que nos afecten las palabras, las actitudes, las acciones. Aunque no todo es cuestión de uno, pero es donde debemos empezar a buscar, así nadie nos podrá dañar o si se ensañan, el daño será mínimo, pero sabes que de cualquier manera cuentas con tus amigos para esas situaciones, para cuando sientes que vas a caer y necesitas una mano donde apoyarte.
Aprendí que las reuniones en casa son mejores, tu seleccionas tu música y controlas el volúmen, no tienes que gritar para que te escuchen.
Aprendí muchos tips para muchas cosas.
Confirmé que Fanny y Aldo son personas maravillosas.
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19
Hace 1 día.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario