La lluvia ha roto el silencio
ha distraído mis pensamientos.
Todo en el ambiente se refresca,
me roba tu calor que guardaba
y protegía de las heladas
o los vientos frescos.
Se me han terminado los cerillos,
no tengo repuesto para el encendedor
y el calor que despide el café
ya no es suficiente.
Siento que te pierdo
que poco a poco olvidas mi nombre,
que si algún día te veo
me digas que en un amanecer
al ver mi fotografía
por tu mente solo pasa un
“¿Quién eres? Ya te olvidé”.
Sigue lloviendo y sigo llorando
el sueño me comienza a vencer
espero mañana despertar
cuando el Sol haya evaporado
mis lágrimas saladas
y en mis labios quede el dulce
sabor de la esperanza.
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19
Hace 1 día.
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