Intento escapar pero su reflejo me sigue. Abro mi bolsa y me encuentro con una fotografía suya. En mi caja de los recuerdos su mirada atenta espera mi llegada. Él me vigila desde el portaretrato sobre mi escritorio, con esa ternura que solo he encontrado en él.
Dejó sus huellas en tantas partes, en el mar, en la arena, en las estrellas.
En mi cuaderno puedo descubrir su presencia reflejada en la fotografía que se niega a partir. En mi agenda tengo su autógrafo, su dirección escrita de su puño y letra, en mi memoria tengo los momentos vividos con él.
Pero a mi lado no hay nadie. Él está con alguien más y todo por no quererme esperar, o por pretender que esperara demasiado. Lo único cierto es que mio jamás será.
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19
Hace 1 día.
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