En este fin de semana me di cuenta de lo bonito que es decir las cosas abiertamente, sin andar ocultando nada, la demás gente no tiene porqué opinar, decir o dejar de decir de lo que se hace. Creo que llega un punto en el que eres lo suficientemente grande como para poder tomar tus propias decisiones, donde lo que te enseñaron tus padres se te quedó o no. Entre charlas me dieron una lección de valentía, que por el momento solo fue una idea planteada, pero se que tiene las suficientes agallas para hacerlo y le admiro, porque cuando a mi me tocó pasar por algo así no tuve el valor de defender lo que quería, lo que pensaba.
La ventaja es que todo eso de las dudas, los miedos ha quedado atrás, con el paso del tiempo he cambiado y soy un poco más inteligente o por lo menos me fijo más y no caigo tan fácil, sigo teniendo la madurez suficiente para terminar con una relación destructiva por el simple hecho de ser destructiva y no por tener otra en puerta. Y no me siento, ni me veo tan desesperada por no tener ninguna otra en puerta o en fila o como opción, y aparte de que es porqué no lo siento necesario, es porque a mi me gusta la estabilidad y aún no me he topado con la persona que sea capaz de dármela. Así que seguiremos a la espera que en el camino me encuentre con alguien que valga la pena, que se deje querer y que me quiera. Mirarle a los ojos y decir lo que siento para no perderme al divagar escribiendo, ser clara y libre para decir un Te quiero! Y no solo de dientes para afuera.
Aunque por la experiencia se que eso va a tardar… y cada vez tarda más, pero no importa, no hay prisa… por el momento.