HISTORIA SIN SENTIDO Y UN POCO DE CONTENIDO
¿Quién era yo para pronunciar palabra? Si no pertenezco a su mundo, no hablo su idioma, no comprendo sus acciones, no entiende mis decisiones. Mis manos han destruido y las suyas no conocen el dolor. Mis pies me llevan, me acercaron a ese lugar, ahí me esperaba, me escrutó con la mirada, buscando no se que más allá.
¿Simple curiosidad o la seguridad de lo que va a encontrar?
¿Cómo explicarle que para mirar dentro necesitaba un Sol?
¿Cómo entender que esas viejas grietas colaban un halo de luz?
Será que tiene razón, que esa luz del fondo no es una luciérnaga, pero apenas si le había prestado atención.
¿Se acerca o yo he empezado a caminar?
Brilla, pero no ciega, arde en si, pero al tocarla no quema.
Mirarla, solo puedo mirarla, me expreso sin pronunciar palabra, me mira y no necesita contarme nada.
Después de todo no somos tan diferentes, al final descubrí que no necesitaba palabras, ni soles, ni dolores.
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19
Hace 2 días.
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