Por fin he regresado de mi casa, fue una larga ausencia, pero creo que ya me hacía falta. Hubo momentos de todo, donde la mayoría del tiempo me encontraba feliz, incluso cuando la perrita que tiene mi mamá se peleaba con mi Bizbirije [un lindo gatito negro con blanco, corriente cruzado con de la calle].
Estuve feliz, me hizo bien caminar por esas calles aterradas, me sentí un polvorón, las tiendas parecían tan diferentes, la gente me veía como si fuera extraña, como si no perteneciera más a ese paisaje, recordé lo que eran las temporadas de alergia y mis ojos lloraban, no se si por la irritación de la tierra y todo lo demás a lo que soy alérgica [50 cosas en total] o por esas nostalgias de tiempos, momentos, lugares, recuerdos que se quedaron en las calles, en las casas, en los locales, en los ojos de tanta gente. Algo de eso tuvo que ser porque yo estaba feliz.
Comí de todo, asalté el refri de la casa, todo se me antojaba, solo algo me faltó, una visita al Buzz Café y el sábado en la noche, sentada tranquilamente escuchando trova en el Cuartel del Quince. Como que allá me desconecté, llamadas pérdidas en el celular de números que no conozco y que no me dio curiosidad por averiguar quien...
Aunque no les niego que de repente extrañaba el mundo virtual, escribir unas cuantas cosas, de mi nacieron muchas palabras, que igual no plasme en ningún papel, no las escribí en ningún lado, ni siquiera en las estrellas, pero se quedaron en la memoria de todos esos oyentes atentos.
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