Mi vida siempre había sido lo mismo, siempre la niña buena que nunca llegaba tarde a casa, que siempre avisaba donde se encontraba, el pretexto perfecto para muchos para que los dejaran salir. Siempre fuí la niña tímida que vivía únicamente para la escuela, que era buena explicando matemáticas y que se veía rodeada de gente en temporada de exámenes. De esas que no salía a menos que fuera sumamente necesario, que daba su opinión con una voz tan baja que no siempre la escuchaban y nunca flataba quien le robara las ideas. Era una chica invisible que solo tomaba forma cuando estaba en su casa o en la escuela.
Pero ahora ya no tengo más escuela, por fin he terminado la carrera y tampoco estoy más en mi casa, pues he decidido cosechar por mi misma los frutos de tantos años de lo mismo. Lo bonito de este cambio es que los que ahora me concen no conocen esa otra faseta mía, pues atraviezo un estado de cambio, un proceso de mejora que me permite darle nuevos aires a mi vida y tomar un poco mas de color. Mi esencia se mantiene, en el fondo siempre voy a ser la misma Aris que todos conocen, con las mismas virtudes y esforzándose por corregir tantos errores. Ya no estoy en la escuela, de esa etapa de mi vida, solo conservo a unos cuantos amigos, creo que los que son los verdaderos, mis demas amigos me buscan para otra cosa que no son números, ensayos, trabajos, sino por un algo que va mucho más allá de eso. He comenzado a salir un poco más, dejar atras las cuatro paredes de mi cuarto y ver el mundo con otros ojos. Ahora digo lo que pienso así, tal cual como se forma en mi mente, con una voz más clara y segura. He dejado de ser invisible.
Yo soy Aris, así, sin etiquetas, no puedo decirte como soy, de hecho, no quiero decirte como soy... es mejor que lo descubras por ti mismo y siempre que tengas algo que decirme sabes donde encontrarme.
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19
Hace 1 día.
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