Una vez más el viento ha soplado en otra dirección, solo que en esta ocasión dejó más palpable el sabor a sal, pues no se ha expedido solo un boleto sino tres, uno pequeño. Un cambio más a la vuelta de la esquina, pero todo sea para mejorar, para que las nubes grises dejen en paz mi cielo y que todo sea calor de sol y luz de luna y estrelllas.
Un nudo en la garganta no me deja decir lo que quiero, he desarrollado un pavor al teléfono, por el miedo a no poder contener el recuento salado de recuerdos y anhelos, posibles escenarios y tristes lejanías. Sé que el universo es enorme, que unos cuantos kilómetros más o menos no son nada, pero siempre se expedirá uno o dos boletos y nos reforzaremos del calor de hogar.
Mi hogar cambia de dirección (nuevamente), esperemos que la sal del mar cure cualquier razgadura que se genere en el adiós, pero pues algo de mi se queda y a todos los llevo conmigo, porque significan mucho para mi, porque son mi pasado, mi todo, en quien confío, quien me ha demostrado cariño. Mandaré calor de vez en cuando, para que esa llamita no se apague.
Los quiero mucho y la gorda también....
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