Las horas comienzan a confundirse, las mañanas son tan oscuras y las noches tan largas. El calendario ha perdido la cuenta, le da lo mismo un día mas o 25 menos. De repente llega el día 31 de la nueva cuenta, de repente la mañana se usa para descansar y en las noches solo el frio me acompaña, envuelve todo el lugar. Fernando se cansa de cantar 8 horas seguidas, cede el turno al gallo que me quiere despertar.
Camino por esas calles vacias, mezclandome entre las sombras, queriendo reducir distancias, esperando alargar las memorias. A la vista solo las calles frias de una ciudad dormida y a lo lejos un madrugador que le gano carrera al SOl, no me ha visto, no pretendo que me perciban, pues un algo me guia mientras mi mente solo piensa en su sonrisa, en sus ojos dormidos y su cara tranquila.
Y entonces ya no voy sola caminando por la calle, me acompaña su recuerdo, dando un paso al mismo tiempo, cada vez mas claro, cada vez reduciendo el tiempo. Entonces ya no es solo un viaje del trabajo al lugar de descanso, es caminar a su lado como dentro de unas horas. Pero en ese momento me vence el cansancio y me duermo abrazando su recuerdo.
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19
Hace 3 días.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario