viernes, marzo 30, 2012

Carta a Teseo

Mi estimado Teseo.
Soy Ariadna.

Aquella muchacha hija del rey de Creta, no sé si recuerdas, esa que te salvó de ser devorado por el minotauro y, a tu pueblo de pagar el tributo en donceles y doncellas. Aquella del talle fino y las piernas largas, la de las trenzas castañas que gustabas enredar entre tus dedos.

Esa que abandonaste a su suerte en las playas de Naxos, aprovechando que dormía para huir con sigilo.

Te escribo, Teseo, porque es de amigos la gratitud y, en todos estos años, no pude expresarte mi reconocimiento a tu abandono. Pero ahora, ante tanto comentario funesto sobre ti, ante ese estallido de risas en las tabernas llamándote antihéroe, me di cuenta de los años transcurridos.

Sé que estarás viejo rey de Atenas, que tus espaldas se curvarán, tu piel colgará flácida, tu cabello -si lo conservas- cano, tus deseos apagados y preparándote para cruzar las aguas del Estigia. Como comprenderás debía apresurarme.

Tantas calamidades se cuentan sobre ti... Dicen que no mataste al Minotauro. ¿Cómo es posible, si además del ovillo para que remontaras el laberinto, te di la espada mágica capaz de vencerlo.

Tanto me inquietan los rumores que consulté con las diosas, aunque podría haber encontrado las respuestas por mi misma.

Podría, porque desde el momento aquél en que me abandonaste, me volví inmortal. Si me vieras, me reconocerías en el acto, Teseo. Nada he cambiado, mi piel aún es una magnolia.

A propósito ¿Cómo se encuentra Fedra, mi querida hermanita, esa que te arrancó de mi lecho para llevarte al suyo? Me han dicho que lleva la cabeza cubierta por paños negros, que algo la avergüenza. Y que no es sólo el haber enamorado a tu hijo Hipólito, sino algo relacionado con su madre. ¿De verdad es obra suya la muerte de Hipólita?

Vaya destino el tuyo Teseo... ¡ Qué penoso! Cuánto lo siento. Pudo ser sereno y armonioso... pero me abandonaste en Naxos. Son las cosas de la Vida.

Hoy, bebiendo ambrosía de la copa de mi amado, me volvió el recuerdo de aquella mañana en que entró al puerto la embarcación de las velas negras, con su carga de atenienses reclamada para el sacrificio.

Te vimos bajar, Fedra y yo temblamos; sobresalías entre todos. Tan guapo con tus muslos firmes, la espalda ancha, los pectorales de bronce y esa cabeza que parecía ornada de virtudes.

¡Cómo engañan las apariencias, Teseo!

Una sirvienta nos dijo que eras el hijo del rey de Atenas, llorábamos por tí, se acercaba el día en que entrarías al laberinto. No abandonabas mis pensamientos, ni de los de Fedra. ¡Mosquita muerta! Con razón no quiso permanecer en Creta aunque para ella no habría habido castigo. Y yo que me creí esa historia de que no abandonaría a su hermana mayor. ¡Hipócrita!

Para salvarte, compré al carcelero con el oro que adornaba mis trenzas y entregándote el ovillo y la espada te enseñé como usarlos. En señal de gratitud tomaste mis manos.

- Tendrás que llevarme contigo, Teseo, porque la ayuda que te doy me condena a muerte. Los tuyos mataron a mi hermano, mi padre no perdonará esta traición.-

Juraste por los dioses, por el honor de tu padre y el resultado de tu empresa, que nunca me abandonarías.

Yo te creí, ¿Cómo no iba a hacerlo si tus ojos miraban a los míos y derramaban tiernas lágrimas? Después supe que el polen de las flores cretenses afectaba tu vista.

Me hiciste tuya en la noche de navegación. Te urgía conocerme, yo me entregué enamorada. Eran tan hermosos tus cabellos negros, tan apretado tu abrazo, tan resplandecientes tus palabras como azules los mares que atravesábamos.

Quedé rendida por los efectos del amor. Cuando nos detuvimos en Naxos, me recosté sobre la arena, apoyé la cabeza en mi brazo y me dormí profundamente.

Al despertar, tus naves estaban lejos, tan lejos que no oíste mis pedidos de auxilio.
Aún estaba en lo mejor de mi rabieta, cuando escuché una música deliciosa. Una procesión como jamás había visto avanzaba bulluciosa. Bellísimos jóvenes danzaban alrededor de un carro de oro, arrancando melodías maravillosas a los címbalos y las flautas. Las risas interrumpían la música y los danzantes hacían cabriolas.

Pero en el carro, ¡Ay… Teseo!, en ese carro viajaba el hombre más bello que ojos hayan visto. Y los suyos me descubrieron.

Descendió, se acercó a mí y, a pesar de mis párpados hinchados, de mi piel roja por la ira, acarició mi cabeza y exclamó que era más hermosa que Venus, pidió una copa de vino, y tendiéndomela me ofreció:

-Sé mi esposa, te volveré inmortal.-

No hay varón más perfecto que Dioniso. Amado como es por dioses y mortales nos rodea la alegría, la pasión y, los placeres.

Para evitarme la nostalgia, preparó un largísimo viaje por las ciudades de los hombres. Luego, ya instalados en la morada inmortal, nos dimos el uno al otro cuatro hijos, dignos de su cuna. Hemos sido tan felices, que en reconocimiento a nuestro amor, Dionisio, ha convertido la diadema que me obsequiara el día de nuestra boda en una constelación, para que siempre recuerde nuestra unión.

Es por esto Teseo, deseaba agradecerte, que aquél día me abandonaras en Naxos.

Tuya

Ariadna

jueves, marzo 29, 2012

Teseo

Ay Teseo! Como quisiera saber si dentro del laberinto tu también puedes ver la luna, si la bestia es tan grande como presiento y termine por impedir que te acerques a la salida para poder llegar a mi.

Las manos comienzan a lastimarse por la fricción de jalar el hilo para que salgas y puedas llegar a mi, pero tan solo llegan trozos de tus prendas que han perdido tu olor. Quisiera recargar las memorias, tenerte cerca y contemplarte al actuar, pero aún no me animo a entrar en el Laberinto.

Tengo miedo que la bestia te confunda y te convenza de que de quien tienes que deshacerte es de mi. Y quede ahí, en medio del Laberinto, confundida, deseando nunca haber entrado.

Ay Teseo, mi Teseo, hoy miro fijamente a la luna y en mis manos solo la punta del ovillo que muero por jalar, atarla a este árbol sin hojas y seguirlo hasta llegar a ti. Pero se que lo mejor es esperar a que seas tu quien se acerque a mi, ya que te hayas liberado de la bestia y que puedas ver que tal y como he estado este tiempo, aquí seguiré sosteniendo la punta del hilo, buscando en el viento residuos de tu aroma, de tu voz.

Hoy estamos medios claros, tenemos en el cielo media luna y en poco tiempo será claridad total... ESPERO!!!!

lunes, marzo 12, 2012

Como quisiera...

Hoy se me vinieron a la mente tantas cosas, detalles que se han ido juntando con el paso de los días, en cada palabra, en cada momento que conozco a las personas un poquito mejor. Y agradezco tanto a la vida que me haya dado la oportunidad de que estas personas me enseñaran algo de la vida, que me hicieran creer en ese amor desinteresado, que lo da todo, que no se queda con nada, porque a esos par de ojitos uno no puede negarles nada.

Y no, aún no entiendo como puede alguien simplemente olvidar o pretender que no le importa, que no se interesen por saber, por conocerle aunque sea un poquito, como pueden pasar 4 años, si yo no le dejo de pensar un solo instante, si mi motivo de todo es ella. Y algo se aprisiona en mi cuando ellos me muestran fotografías de sus amores, me cuentan sus aventuras, al grado que sería imposible concebirlos sin ese pedacito de cielo. Con todo esto no puedo evitar sentirme culpable de no haber elegido bien y no porque no me guste jugar ambos roles, sino porque ya llego al punto en que ha dejado de preguntar. Yo que más hubiera querido, pero por algo pasó, así que seguiré con los ojos bien abiertos y dándole todo de mi, tengo un doble papel que interpretar y lo hago de todo corazón, solo que en veces siento que me hace falta agregarle horas al día.